Suspendidos en una atmósfera de ensueño, contemplábamos el paraíso místico del desierto costero.
Cómo tanta agua y tanto desierto unen sus fronteras sin dar a luz ningun fruto verde en sus laderas, conviviendo en una hermosa paz pero manteniendo sus fortalezas.
Sólo la luz del sol todo lo baña con tanta magia y el viento todo refresca y sacude con sutileza, mientras el cielo que es tan absoluto domina el paisaje celeste.
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